Yo no soy de aquí. Pero tú tampoco. Inbound17 y el marketing migrante.
Fuimos a Inbound17 en Boston y aquí una crónica de lo aprendido. Hasta aquí mi reporte. ¡Volvemos contigo al estudio, Joaquín!
Como casi todas las ciudades del mundo, Boston fue construida por migrantes. Ingleses, irlandeses, italianos, chinos… llegaron a este rincón del mundo y fundaron en 1630 la que ahora es conocida como la cuna de Estados Unidos. Y esa es la historia que vibra en todos los rincones de la ciudad y resuena en nosotros, que estamos aquí gracias al Inbound 2017. ( Y se disfruta en su comida... pero ya hablaré de eso en otro post).
Esta es una semana de aprendizaje, descubrimientos y, sobre todo, de grandes y profundos encuentros. Lo que intento ahora es una crónica imperfecta, fragmentada y discontinua de este viaje.
Drexler de domingo
Salimos a caminar el domingo en la mañana con el feliz encuentro de una canción del nuevo disco de Jorge Drexler en nuestro timeline. “Yo no soy de aquí, pero tú tampoco”. Bajo ese marco, mirábamos las casas, cafés y tiendas y a las personas que viven y trabajan en ellas.
¿Quiénes son todas esas personas? ¿Cuál es su historia? Ciclistas relajados, una madre con su hijo en brazos. Perros. Parejas. Atletas. Rasgos y rostros mezclados más allá del origen. “Soy dominicano”, “soy sudafricana”, “soy de Vietnam” “soy de Puerto Rico”.
"Pero estoy aquí”. Y esa es la historia.
De un punto A hacia un punto B.
Así que, en su conferencia, Dharmesh Shah, CEO y cofundador de HubSpot volvió a contarnos la historia en otro lenguaje. Para él, el crecimiento de una empresa puede explicarse como el sencillo viaje entre un punto A para llegar a un punto B. Una trayectoria que es, en sí misma, un sistema de vectores.
Vector: Un impulso capaz de contener fuerza y dirección. “Yo soy de allá, pero ahora estoy aquí”. Estamos constantemente yendo hacia otro lado, porque sólo en ese viaje podemos crecer de verdad. Y crecer significa ser más grandes, pero sobre todo ser mejores.
Mejor persona. Mejor empresa. Mejor equipo. Mejor jefe. Mejores seres humanos. Cuando tienes claro lo que significa “ser mejor”, la distancia entre el punto A y el punto B ya no parece tan grande.
El viaje entre un lugar y otro es también la forma más sencilla de explicar el storytelling. Para contar una historia, necesita haber acción: estoy aquí porque llegué de otro lugar. Cualquier cosa que pasa, cualquier cosa que hacemos, es una acción que tiene consecuencias en nuestro futuro. Y sobre esa historia, se funda todo lo que nos distingue como especie. Desde los homo sapiens que migraron de África, hasta los satélites que migraron al espacio.
En cierta forma, el éxito de una empresa también es una historia de migrantes. En algún momento, decidimos dejar atrás lo que nos resulta familiar e ir hacia ese punto B aprendiendo y tropezando en el camino porque creemos firmemente en ese viaje.
Y por mucho que migremos, nunca olvidamos de dónde venimos. “Estoy aquí, quiero ir allá, pero sé perfectamente de dónde vengo”. Como comunicadores, nuestro equipo es cada vez más grande, pero no podemos olvidar nuestros orígenes. La cultura que nos ayudó a ser quienes somos ahora.
Migramos al punto B, pero no podemos olvidarnos del punto A. Y a veces ese lugar se llama misión. Y a veces lo llamamos casa. Como un niño de camino a la escuela. Como los latinos en Estados Unidos.
Migrar de lenguaje
Estamos constantemente mudándonos. Una de las señales más evidentes de nuestro crecimiento es el espacio. Nuestras oficinas nos quedan chicas. Tenemos que mudarnos. Nuestro software ya no responde a nuestras necesidades. Tenemos que mudarnos. El almacenamiento de mi equipo está casi lleno. Tengo que mudarme.
He estado pensando mucho en la idea de migrar. Hace casi dos años, entré como extranjera al extraño universo del Inbound Marketing. Hoy sigo siendo, en muchos aspectos, extranjera. Y si pudiera enumerar mis fortalezas, esa sería la primera de la lista. Un extranjero en un país que habla otro lenguaje. Un migrante que es capaz de verlo todo un poco desde adentro y un poco desde afuera. Que trae en sus espaldas la cultura, el lenguaje, la memoria de su lugar de origen para aplicarlo de formas inesperadas en su nuevo espacio.
Quizá ésta sea la mejor definición de “creatividad”. Una contaminación entre lenguajes para encontrar una solución distinta a los problemas. La creatividad que cualquier migrante tiene que desarrollar para sobrevivir todos los días.
“Me hace sentir como en casa”
El martes en la noche, tomamos el metro desde el World Trade Center hasta Cambridge. Mientras esperábamos, una canción sonaba en las bocinas. Música de elevador que casi nunca escuchamos.
A mi lado, como era de esperar, un migrante. Le pregunté en mi inglés mexicano y me respondió con su inglés chino.
- "¿Conoce el nombre de esta canción?"
- "No. Pero es hermosa. Me hace sentir como en casa."
En estos días en los que necesitamos tanto la esperanza, quizá nuestra visión como marketeros y como empresa deba ampliarse y profundizarse. Todos los días lanzamos al mundo un montón de mensajes. Esa es la base de nuestro trabajo. Y tenemos la responsabilidad de comprender ese mensaje y de no olvidar que del otro lado de la línea no hay métricas, sino seres humanos.
A veces lanzamos ese mensaje sin tener en cuenta que alguien, probablemente, lo escuchará al final de la jornada, por debajo de todo el ruido publicitario. Como una canción de elevador que de repente nos conmueve.
Cuando las empresas entiendan que sus productos y servicios pueden cambiar la vida de las personas para hacerlas sentir como en casa, empezaremos nuestro viaje al crecimiento. Bienvenido sea el marketing migrante.